

Autor: Joaquín Robles Salso
Desarrollador de contenidos en Imandra
Hacia los nuevos soportes expositivos
Reflexiones acerca de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación
Ningún sector ha quedado fuera del ámbito de influencia de las revoluciones tecnológicas que han transformado radicalmente la realidad cultural en el último siglo, y las cuales han cogido un ritmo trepidante desde la aparición y masificación del consumo de internet y la globalización de las telecomunicaciones. Desde la aparición del museo como institución pública y dedicada a la protección y divulgación del patrimonio bajo la mentalidad del siglo XIX, en esta época el museo se asemeja a una especie de enciclopedia en formato físico, a una colección de objetos los cuales ordenados de cierta manera exponen los conocimientos que reúne la mencionada colección de objetos. Su discurso, la manera en que se organiza la exposición, la disposición y temática de las exposiciones ha cambiado siempre respondiendo a las demandas del visitante y de los temas de actualidad en las sociedades. La divulgación de los movimientos artísticos, pero también la museística de las ciencias positivas y naturales, y de todo tipo de temáticas han cambiado mucho a la luz de las transformaciones mencionadas.
Es evidente que la oferta actual de montajes expositivos que hoy en día incluyen experiencias inmersivas, realidades virtuales y aumentadas, audioguías y producciones audiovisuales; pero también proyectos basados en la interactividad online o el comparto de datos entre varios montajes simultáneos de una misma exposición ha aumentado. Las posibilidades se han multiplicado exponencialmente y la creatividad que acompaña el trabajo de los profesionales del sector ha provocado un serie de aplicaciones operativas y técnicas en la aplicación novedosa de las nuevas tecnologías de la información. Aplicaciones que atraigan el interés del público ofertando una nueva tipología expositiva que se haga cargo del rumbo que está tomando la divulgación cultural.
Es evidente que la obra artística, pero también y con carácter general la obra o el objeto cultural, transmite y funciona en un plano emocional y psicológico. Lo estético es sinónimo de emocional en el terreno de la divulgación cultural podría decirse entonces. Los museos e instituciones dedicadas a la conservación y divulgación del patrimonio cultural potencian mucho el relato de la exposición como un lugar en el que experimentar una determinada respuesta emocional frente al material expuesto. La obra artística, por ejemplo, despierta reacciones emocionales muy diversas según el ojo que la esté observando o el sujeto que esté interactuando, por proponerlo en un escenario más amplio. Además de este factor principal, hay otros factores que son también muy relevantes y que han jugado o juegan siempre un papel en la percepción que tiene el gran público de lo que es un objeto cultual: la exclusividad, la originalidad, la puesta en exposición, etc. Son elementos que añaden variables a la ecuación de la experiencia que promete una exposición, a la promesa de ocio que lanza al visitante.
Si bien es cierto que las propuestas actuales en el terreno de la museografía sobre la aplicación de estas tecnologías es cada día más abundante, y cada vez es posible integrar las mejoras tecnológicas en la operación de proyectos culturales realizables; la verdad es que no hemos encontrado una manera definitiva de aprovechar soportes tecnológicos en la transmisión de un discurso expositivo usando todo el potencial que estos nuevos soportes encierran y que suponen la línea más singular de las propuestas actuales.
La capacidad que tienen estos nuevos soportes expositivos para el desarrollo de nuevas cuestiones y temáticas exposiciones, pero la nueva mirada que ofrecen sobre objetos culturales pasados es también muy amplia. Los profesionales de la divulgación cultural y el diseño expositivo deben enfrentarse a estos nuevos soportes con la intención de entresacar una lógica que permita construir una comunicación no verbal que resista el paso del tiempo y que, además, valiéndose de experiencias conocidas, establezca un discurso que apunte a tener una capacidad de reacción emocional semejante a la que han conseguido las artes plásticas y audiovisuales, dada la cercanía entre ambas realidades.
Los discursos y los lenguajes que componen sistemas de comunicación no verbal como podría ser el lenguaje expositivo o cinematográfico (todo el mundo entiende el significado de primer plano a la hora de querer representar la subjetividad del personaje que aparece en el plano) funcionan porque han integrado de un manera única y singular la manera en que se sirven de los medios y soportes de los que disponen para contar una historia y transmitir un discurso. Los temas que trata la divulgación cultural no están nada lejos de los temas que exploran otros medios culturales que han desarrollado un lenguaje y un discurso propio que se entiende sin demasiado esfuerzo por parte del público receptor. Encontrar la articulación discursiva alrededor de estos nuevos soportes definirán en gran medida los proyectos culturales en los próximos años y veremos cuanto partido somos capaces de sacarle a las infinitas posibilidades que representan las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación.